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"Las cooperativas somos una respuesta a los desafíos de la economía, del trabajo y del consumo”: Carlos Acero

El presidente de Confecoop destaca a las empresas solidarias como parte fundamental del desarrollo social económico del país y reflexiona sobre los nuevos rumbos del sector.
«En el mundo, las empresas cooperativas suman más de 1.200 millones de afiliados en tres millones de asociaciones que operan en prácticamente todos los sectores de la economía. Por su parte, en nuestro país, hay cerca de 4.000 que benefician a un 49% de los colombianos; además, hay que destacar que generan unos 165.000 empleos y en los últimos años han crecido por encima del Producto Interno Bruto (PIB).»
En entrevista con PORTAFOLIO, Carlos Ernesto Acero, presidente de la Confederación de Cooperativas de Colombia (Confecoop), habla acerca los retos que tiene el sistema cooperativo en el país para consolidarse en los 25 sectores de la economía que a la fecha están impactando positivamente y de expandirse a, por lo menos, 18 nuevos segmentos, ampliar la base de personas asociadas a por lo menos 10 millones en el año 2025 e incrementar la creación de cooperativas de producción y en el sector real de la economía.
En el país, vemos que el cooperativismo no se ha masificado como debería. El concepto, incluso, no es claro para algunos y se ha confundido, incluso, con asistencialismo. ¿Cuál es su definición de cooperativismo?
C.A.: El cooperativismo es el medio por el cual cada individuo en particular entiende que tiene mayores posibilidades de enfrentar con mayor capacidad de éxito los desafíos del mundo de manera grupal que si lo hiciera de manera individual. Es mejor unirnos para atender nuestras necesidades o aspiraciones que pretender resolverlas solos.
El cooperativismo tiene la gran virtud de alejar a los grupos humanos de mecanismos de asistencia social, o asistencialismo de dependencia, porque los agrupa, capacita permanentemente y los prepara para autogestionar su propio desarrollo. Cuando se empiezan a recoger los frutos de ese proceso, la gente empieza a tener una comprensión del poder de la cooperación y de la necesidad de fortalecer las estructuras cooperativas.
- ¿Qué oportunidades tiene el movimiento cooperativo en un contexto nacional en el que el desempleo ya llegó a los dos dígitos?
C.A.: La mecanización o automatización de labores conducirá a la eliminación de puestos de trabajo que no requieren especialidad o algún grado especial de habilidad. Sin embargo, estiman muchos analistas que esto generará nuevas fuentes de empleo para el nuevo mundo que plantea la Cuarta Revolución Industrial.
El análisis de datos, por ejemplo, es una de las profesiones que más se requerirán en los próximos 10 años. En cualquier actividad económica se requerirá conocer más el mercado, el producto, el consumidor, el entorno, por lo que se requerirá gente especializada para analizar esa información.
En ese punto el tema cooperativo empieza a tener un nuevo e importante papel, ya que esta transformación va de la mano de un nuevo concepto de trabajo, en el que las nuevas generaciones quieren emprender; cada vez hay más empresas pequeñas, y una de las formas de emprendimiento es organizarse de forma cooperativa.
Las cooperativas, así pues, somos generadoras de empresas productivas en todos los ámbitos de la economía, tales como la generación de tecnología, la agroindustria, la informática, la analítica, servicios especializados y un largo etcétera. Hoy en día, en Colombia se está empezando a ver cómo en otros países la forma cooperativa es una forma de emplearse dignamente.
Si hay alguna forma de organización de empresa hoy en el mundo que tiene mayor interés por parte de los jóvenes es el formato cooperativo.
- En ese sentido, ¿las cooperativas se comprometen con las aspiraciones de empleo trabajador?
C.A.: Sí, porque nuestro modelo está basado en valores y principios que propenden el bienestar de la persona, el lucro no es el interés final de una empresa cooperativa. Y así lo declaró la Organización Internacional del Trabajo con motivo de su centenario; el futuro del trabajo es un futuro centrado en las personas.
Precisamente, esto tiene total sintonía con nosotros, las cooperativas, ya que tenemos una preocupación que gira en torno al ser humano. Humanizamos el trabajo y, junto al dinero, lo volvemos solo un medio para un mejor desarrollo de la vida y de la sociedad.
- A ciencia cierta, ¿cuál ha sido el impacto de las cooperativas?}
C.A.: Lo primero es la capacidad que ha tenido el sistema cooperativo en Colombia de organizar comunidades en torno a procesos de autogestión para el desarrollo. Segundo, reconocer la importancia de las cooperativas en lo local y lo regional. Tercero, ha sido empoderar a las personas para que, con su trabajo, sus aportes económicos, puedan generar procesos de desarrollo empresarial, productivo.
En cuarto lugar, las cooperativas están reconocidas desde su llegada al país -hace 90 años- como uno de los movilizadores del ahorro popular hacia el crédito local, y esto es muy importante cuando se habla de inclusión económica, social y financiera, lo cual tiene mucha relevancia en los procesos de desarrollo del país.
Y, por último, que adicional a ese papel de autogestión generan otros beneficios. Unos son la educación y la capacitación permanente, la construcción de la ciudadanía y procesos democráticos, y otros son el compromiso con el entorno o la responsabilidad social cooperativa.
- ¿En qué deben avanzar las cooperativas en los próximos años?
C.A.: El futuro del cooperativismo está en consolidarnos en los 25 sectores donde actuamos hoy, así como queremos expandirnos a por lo menos 18 nuevos segmentos. También, nos proponemos la ampliar la base de asociados con la que contamos hoy, pasar de unos 6’300.000 personas a por lo menos 10’000.000 millones en el año 2025. Igualmente, queremos aumentar la creación de cooperativas de producción y en las que tienen presencia en el sector real de la economía.
Con estos tres elementos Colombia podría ponerse a tono en el concierto cooperativo internacional en un quinquenio, para lo cual se requiere una política pública de Estado y, por supuesto, la voluntad del movimiento cooperativo para avanzar a estos nuevos escenarios.