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Los alimentos, entre la especulación financiera y las estrategias productivas
La especulación financiera con alimentos y la variabilidad climática inciden en los mercados agrícolas. Junto a demandas crecientes, a largo plazo se prevé que la agricultura brasileña es la que más crecerá, pero también crecerán los efectos en el ambiente. En algunos países se busca mayor apoyo a la agricultura sostenible y comercio alternativo.
Las leyes de la oferta y demanda no funcionan para explicar la actual alza y la volatilidad de los precios de los alimentos a nivel internacional. Más bien, estos fenómenos tienden a explicarse por los llamados contratos de futuros, que vinculan al mercado físico agrícola con los mercados financieros.
Lo anterior es denominado como “financierización” de los mercados, en un estudio de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). El término financierización se refiere a la primacía que adquieren las relaciones financieras frente a las operaciones reales. La globalización implica la tendencia a la integración de los diversos mercados en un único mercado financiero mundial.
“El aumento de los contratos de futuros de productos agrícolas se relaciona directamente con el aumento de los precios de futuros en esos mercados y, lo que es más importante, también con sus precios al contado, justificando, mediante oportunidades de arbitraje, el aumento de los precios por encima de los niveles que serían esperados en el comportamiento de la oferta y la demanda”, señala dicho estudio, titulado “Volatilidad de precios en los mercados agrícolas (2000-2010): implicaciones para América Latina y opciones de políticas”, dado a conocer en estos días.
En la primera década de este siglo, los contratos a futuro de alimentos crecieron exponencialmente. En granos básicos, pasaron de cien mil a 350 mil, entre principios del año 2000 y diciembre de 2010. El maíz, la soya y el trigo también han tenido subidas importantes en los contratos a futuro, entre los años 2008 y 2010. En sólo un año, entre 2009 y 2010, el volumen de contratos de futuros en granos y oleaginosas se disparó 30.5 por ciento.
“Estos productos siguieron siendo una alternativa de inversión interesante, quizá aún más, después del quiebre económico-financiero de 2008”, establece la investigación FAO/CEPAL/IICA.
Especulación financiera en los alimentos
Los contratos a futuro reflejan la “financierización” de los bienes básicos o materias primas agrícolas. Los contratos a futuro de alimentos surgen como una alternativa de inversión más atractiva financieramente que otras opciones, ante la necesidad de los agentes financieros por diversificar las inversiones. En otras palabras, se trata de una forma de especulación financiera.
El aumento de las inversiones en los mercados de bienes primarios responde a las oportunidades de ganancia de un futuro próximo. Así que, apunta el estudio, “no es la demanda creciente de los mercados emergentes la que genera mayor volatibilidad de los precios en bienes primarios, ni tampoco las herramientas disponibles en esos mercados… El tipo de comportamiento ‘de manada’ de los inversionistas y la velocidad y magnitud de las decisiones de inversión sí pueden generar presiones repentinas sobre las demanda de bienes primarios”.
El estudio de FAO/CEPAL/IICA plantea que podría haber un salto en dicha tendencia histórica de volatilidad de los precios de los bienes agrícolas, debido a “nuevas fuerzas” como son la integración de los mercados agrícolas con el mercado de energía y los mercados financieros (“financierización”), según el estudio. Y mayores eventos climáticos extremos, llevarían a exacerbar los factores tradicionales de la volatilidad.
Además, la desregulación de los flujos de inversión que han adoptado diversos países, a lo cual se suma la facilidad informática. “Se han incrementado las transacciones mediante plataformas electrónicas que operan 24 horas. Este es un mecanismo que por operar en tiempo real puede incrementar la volatibilidad y magnificar las respuestas de los agentes ante eventos tales como noticias”, puntualiza la investigación de dichos organismos.
El estudio agrega que otra de las presiones adicionales que enfrenta el mercado alimentario es el encarecimiento de los fertilizantes, ya que han subido de precio tanto o más que los mismos cereales.
Durante la crisis financiera en 2008, los fertilizantes se vendieron 25 y 50 por ciento más caro respecto de los precios promedio que tenían entre 2000 y 2005, pero en el segundo semestre de 2010 el alza acumulada fue de entre 90 a 156 por ciento en comparación con principios de siglo en productos químicos como la urea, la roca fosfórica, el cloruro de potasio, el fosfato diamónico o el superfosfato triple.
También el cambio climático contribuye
El cambio climático, con sus impactos en la producción, es un claro factor en la vulnerabilidad alimentaria a nivel mundial. Así lo mencionan diversos estudios sobre el tema.
El ingeniero agrónomo Lester Brown, ambientalista histórico y fundador del Worldwatch Institute, afirma que la presión inflacionaria por el comportamiento de los commodities agrícolas no es algo pasajero, sino que llegó para quedarse.
“La sequía y los incendios ocurridos en el último verano en Rusia son cosas que nadie había visto jamás”, dijo Brown, en alusión a las temperaturas registradas en julio y agosto pasados, que fueron 7 grados por encima de la media del periodo. La cosecha granera se redujo y el gobierno ruso prohibió las exportaciones agrícolas, buscando controlar el precio. Una sequía de tal magnitud en otras regiones graneras, tendría graves consecuencias.
Según Brown, de 77 años, cualquier aumento en la producción de granos en 2011 solamente logrará mantener los precios al nivel en que se encuentran, no lograrían presionar a la baja como se esperaría por la llamada ley de oferta y demanda.
En Argentina, varias regiones agrícolas se han declarado en estado de emergencia debido a las sequías extremas, pero Brasil todavía podrá aliviar la presión sobre el mercado mundial de soja.
Los primeros resultados de estudios sobre el impacto del cambio climático, en la agricultura brasileña, indican que los ingresos agrícolas pueden verse reducidos, en los peores escenarios del calentamiento. La producción de soja sería la más afectada, con una caída del 40% en el año 2070 y regiones meridionales del noreste brasileño y el Cerrado, podrían volverse poco adecuadas para la producción de dicha oleaginosa.
El cambio climático no sólo afecta la cantidad producida de alimentos por pérdida de cosechas, sino también influye en la productividad de los cultivos. La variación progresiva en el clima hace cambiar las condiciones atmosféricas y edafoclimáticas de las grandes regiones productoras, provocando en algunos casos un aumento en los rendimientos agrícolas y en otros una drástica reducción*. Por ejemplo, en la zona pampeana argentina es probable que haya un incremento de la productividad de la soya entre 14% y 42%, mientras se espera que la del maíz disminuya hasta en 17%. La productividad del trigo, sin embargo podría reducirse hasta en 16% o aumentar hasta en 11%. En Brasil el panorama para el trigo y maíz es más preocupante, pues se esperan reducciones de productividad de hasta 30% en el primero y hasta 15% en el segundo.
La soya por otra parte se beneficiaría de incrementos en sus rendimientos de hasta 21%. En la zona centroamericana, el maíz, que constituye la base de la dieta local, podría sufrir importantes reducciones de sus rendimientos que van desde 21% en Honduras hasta 34% en Guatemala y Panamá. Más crítico aún es el caso del frijol en Guatemala, cuyo rendimiento podría reducirse hasta en 66%.
A nivel regional los rendimientos globales de los cereales podrían caer hasta 10% hacia el 2020 y hasta 30% hacia el 2050.
* Para un detalle de los escenarios climáticos remitirse al capítulo 13 del Cuarto Informe de Evaluación del IPCC sobre el Cambio Climático (2007).
Fuente: Boletín CEPAL/FAO/IICA: “Volatilidad de precios en los mercados agrícolas (2000-2010): implicaciones para América Latina y opciones de políticas”, No. 1/2011
Y es que las grandes regiones que mueven este mercado, como China, Japón y la Unión Europea, competirán para mantener sus stocks con mejor precio para mantener control de la inflación interna. La soja es materia prima para producir alimentos de cerdos, bovinos y aves en todo el mundo.
La creciente demanda de soja, carne vacuna y etanol de caña de azúcar, reporta divisas a Brasil, pero presiona sobre la selva Amazónica y el Cerrado, con las repercusiones lógicas para el clima, la biodiversidad y la población que persiste en estas regiones, como lo denuncian organizaciones ambientalistas como Amigos de la Tierra y otras.
En Paraguay, el costo de las tierras se ha disparado, haciendo que éstas sean cada vez más inaccesibles para la producción familiar. En este país han tenido lugar varias movilizaciones campesinas en los últimos días reclamando una reforma agraria integral. Paraguay es el cuarto productor mundial de soja y uno de los diez países más desiguales del mundo, donde los cambos agrarios acentúan dicha desigualdad.
Agro brasileño, una promesa que requiere una estrategia
Para los próximos años, se espera que la agricultura brasileña sea la que más crezca, alcanzando 40% entre 2010 y 2019, el doble del aumento mundial necesario para atender la demanda mundial del periodo, según la FAO.
Brasil tiene tierra, tecnología y agricultores para responder al desafío, pero le falta una estrategia para alcanzar “su destino”, según dijo a IPS el señor Roberto Rodrigues, exministro de Agricultura y expresidente de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) y de su órgano regional para las Américas (ACI Américas).
El área brasileña cultivada actualmente es de 72 millones de hectáreas, 8.5% del territorio nacional, y se pueden incorporar otros 90 millones de hectáreas sin afectar bosques nativos, porque al menos 70 millones de hectáreas son de pastizales degradados, aseguró Rodrigues.
La agricultura requiere fertilizantes, transporte, almacenes, máquinas, vehículos, envases para los alimentos, una amplia logística, por lo que “la industria viene atrás”. Y si bien es estacional, “su cadena productiva es una actividad permanente”, añadió Rodrigues.
El ciclo de precios es previsible. Los precios altos harán que las siembras se expandan en todas partes, exigiendo más fertilizantes y pesticidas, más máquinas y tierras, y encareciendo todo, hasta que las existencias se multipliquen y vuelvan a deprimir los precios, previó Rodrigues.
Promoviendo legislación para la producción sostenible
Según el citado estudio de FAO/CEPAL/IICA, una fuente de vulnerabilidad de desastres y aumento de la volatilidad de precios es “la inversión insuficiente en el desarrollo tecnológico del sector agropecuario, incluyendo algunos temas ‘invisibles’ como el manejo sostenible de los recursos y la gestión del riesgo, sobre todo entre los pequeños y medianos productores”.
Eso es lo que reivindica la organización internacional Vía Campesina, afirmando que la agricultura familiar para “enfriar” el planeta.
Sin embargo, según el Banco Mundial, la inversión pública en agricultura es menor en países dependientes de esa actividad que en economías en transición y urbanizadas, al tiempo que las ayudas internacionales destinadas a la agricultura bajaron en los últimos veinte años, de una participación de 16% de las donaciones a menos de 4%.
Por otra parte, en algunos países se promueven políticas para impulsar la agricultura sostenible. Por ejemplo, en México no se cuenta con leyes específicas para ello, pero en algunos estados del norte del país se está impulsando legislación estatal para alentar la economía solidaria y promover una producción de alimentos amigable con el ambiente.
En el occidental estado de Michoacán y en el norteño de Chihuahua se esbozan proyectos que podrían ser aprobados este año por sus órganos legislativos para incentivar alternativas como la agricultura local y familiar, el trueque y el intercambio. Países como República Dominicana y Ecuador cuentan con marcos legales similares.
“Esas leyes pueden impulsar otro tipo de esquemas de producción y distribución” incluyendo técnicas ecológicas, dijo a Tierramérica la activista Altagracia Villarreal, del Espacio Economía Solidaria México, creado en 2003.
Fuentes:
1. Susana González G. Periódico La Jornada, Domingo 6 de marzo de 2011, p. 24 www.jornada.unam.mx
2. Mario Osava. Reportaje, IPS, http://tierramerica.info/nota.php?lang=esp&idnews=3885
3. Ecobreves, IPS, http://tierramerica.info/nota.php?lang=esp&idnews=eco&nro=516
4. www.radiomundoreal.fm (edición del 9 de marzo de 2011)
5. www.pagina22.com.br (edición del 8 de marzo de 2011)
6. Boletín CEPAL/FAO/IICA: “Volatilidad de precios en los mercados agrícolas (2000-2010): implicaciones para América Latina y opciones de políticas”, No. 1/2011, www.eclac.cl