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Pérdida de aves migratorias y biodiversidad, motivo para profundizar el compromiso cooperativo con el ambiente
Una reseña del debate internacional acerca de la biodiversidad y las aves migratorias y las cooperativas. Un nuevo aporte a la reflexión sobre el compromiso cooperativo con el ambiente, la comunidad y el bienestar de sus asociados y asociadas.
Las aves, mensajeras del cambio climático
Se conoce la existencia de unas 9.700 especies de aves, que representan una parte importante de la biodiversidad terrestre. Las aves integran los ecosistemas vinculados a actividades económicas, siendo el turismo e incluso el comercio de aves las más reconocidas. Por ejemplo, en México hay 1.096 especies de aves, 125 endémicas. Este país en el año 2006 recibió 78.820 observadores de aves que gastaron casi USD24 millones.
La mala noticia es que aproximadamente el 12 % de las especies de aves del mundo están amenazadas de extinción. La organización conservacionista Birdlife International, ubica 1.226 especies en la lista de "amenazadas". Por este motivo, es importante aplaudir la celebración del Día Mundial de las Aves Migratorias (14 y 15 de mayo), cuyo objetivo principal es incentivar la educación y el conocimiento, orientado a sensibilizar sobre la necesidad de proteger las aves migratorias y sus hábitats. De las 305 especies de aves observadas en Estados Unidos y Canadá, 177 se están trasladando hacia el Norte. La sociedad ornitológica Audubon, no asegura que la causa sea el cambio climático, pero sí es “la explicación más probable". En particular, la salud de las aves migratorias es considerada como “indicador clave” de los cambios ambientales.
La urbanización también afecta el movimiento de las aves. Por ejemplo, un estudio reciente de la avifauna en los alrededores de la Universidad de Costa Rica en la ciudad capital, muestra que no sólo se redujeron, sino que han desaparecido al menos 66 especies de aves a causa de los cambios en el uso de los suelos cercanos al campus.
Se trata de fenómenos extendidos a nivel global, como lo destaca una nota del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). “Aunque las aves migratorias se enfrentan a muchas amenazas graves, la manera en que los humanos hacemos uso de la tierra alrededor de ellas tiene el efecto más negativo. El insostenible uso humano de la tierra, ya sea a través de la deforestación, la agricultura intensiva, la producción de biocombustibles, la recuperación de tierras, la urbanización o la minería, daña o directamente destruye el hábitat de las aves migratorias, lo que afecta a sus poblaciones en una escala global”, dijo Bert Lenten, Secretario Ejecutivo Adjunto de la Convención sobre las Especies Migratorias (CMS) e iniciador de la campaña del Día Mundial de las Aves Migratorias.
Las aves, como otras especies biológicas, han estado en un lugar controversial en el debate sobre el desarrollo. Según algunas opiniones, el ambientalismo se preocupa más de “los pajaritos y los bosques” que de la economía de la gente. Otro movimiento aboga por los derechos de los animales. En medio de estas posiciones encontramos iniciativas de conservación y de valorización económica, entre otras.
¿Es factible cuantificar el valor económico de las aves migratorias?
Parece tarea imposible ya que las aves se mueven libremente. ¿Cómo estimar los “servicios ambientales” de las aves?
Ciertamente, el valor intrínseco, ecológico y económico de las aves es reconocido cada vez más. Diversos estudios puntualizan su importancia económica en agro-ecosistemas específicos.
La biodiversidad y las cooperativas, mucho más que maquillaje verde
Las aves no marchan solas en la ruta de la extinción, tal vez irreversible. A escala global, se mantiene la tendencia de pérdida de biodiversidad, según la reseña de un estudio de científicos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Universidad de Cambridge. En el año 2002 los gobiernos fijaron objetivos de biodiversidad para el año 2010, los que no lograron cumplir, salvo algunas excepeciones.
América Latina abriga a más del 40% de la biodiversidad mundial y seis de los 17 países llamados megadiversos se encuentran en el subcontinente, según UICN (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela). El subcontinente no escapa a la realidad de erosión de la biodiversidad, según un reporte de CLAES.
Como una respuesta a esta realidad, la UICN está trabajando en la elaboración de una “lista roja” de ecosistemas, inspirada en una lista homóloga para especies amenazadas. La “lista roja” ayudaría a construir vínculos fuertes entre ecosistemas, medios de vida, salud y bienestar de manera que pueda usarse para guiar e influir las agendas nacionales de conservación y desarrollo, reflejando el valor de los bienes y servicios de los ecosistemas.
Y es que la valoración económica de los ecosistemas y de la naturaleza estará en el tapete de discusión internacional en materia ambiental y de biodiversidad.
Por ejemplo, el PNUD en alianza con otros organismos de la Organización de Naciones Unidas, lanzó un proyecto para evaluar y dar a conocer la economía de la biodiversidad y los beneficios económicos de los ecosistemas. Según el informe, un manejo sostenible de los ecosistemas redunda en apoyo a la sostenibilidad “en función de los costos de conseguir utilidades durante un largo tiempo”.
Diversas organizaciones ecologistas son críticas ante ciertas iniciativas de valoración económica de la naturaleza. Consideran que, en el fondo, ello consiste en poner precio a la Naturaleza y sus bienes bajo el supuesto de que “si tienen precio, se protegen”. Estima que son esfuerzos ineficaces por simplificar la complejidad intrínseca de los ecosistemas.
El debate sube de tono en los foros internacionales sobre cambio climático y las soluciones de mercado. Según algunos movimientos ecologistas, estas soluciones permiten hacer lucrativos negocios con tono verde sin afectar las causas del cambio climático.
Las cooperativas están presentes en el mundo del trabajo con la biodiversidad y la avifauna, no en su contra. En múltiples casos, las cooperativas se involucran en territorios de conservación y procuran hábitats apropiados para las diversas especies. En estos casos, las cooperativas realizan actividades económicas con una distribución equitativa de excedentes, aunque no suelen orientarse por cálculos de utilidades económicas de sus inversiones.
La Cooperativa Multiactiva para el Desarrollo Sostenible del Páramo el Almorzadero (COMULDESPA), en Colombia, es un ejemplo de lo anterior. La cooperativa cuenta con un banco de proyectos, entre ellos uno para la adquisición de predios para su restauración ecológica. También gestiona patrocinios para la rotulación de rutas y especies y para sus actividades de educación ambiental.
La cooperativa costrarricense Coopeortega desarrolló un proyecto de restauración de hábitats de aves migratorias en las cercanías del Parque Nacional Tempisque de Costa Rica. Así, contribuyó con la comunidad para aprovechar el potencial del ecoturismo y el turismo comunitario.
Diversas cooperativas urbanas, como la Cooperativa de Vivienda Luz y Vida en Quito, realizan jornadas de arborización y educación ambiental, con lo cual favorecen los hábitats de las aves y la calidad de vida de los barrios y comunidades.
Por supuesto, existen numerosas cooperativas agropecuarias cuyos asociados y asociadas cuentan con sistemas agroforestales apropiados para las aves y la biodiversidad en general. El 22 de mayo, día internacional de la biodiversidad, fue una ocasión para celebrar los logros en muchas de estas empresas cooperativas.
Fuentes: www.ambiental.net, www.birdlife.org, www.carbontradewatch.org, www.coecoceiba.org, www.comuldespa.blogspot.com, www.ecoportal.net, www.noticiasquito.gob.ec, www.pnuma.org, www.semanario.ucr.ac.cr, www.tierramerica.info, www.uicn.org, www.undp.org.gt