El reconocido experto holandés Wim Dierckxsens tuvo a su cargo la segunda conferencia magistral de la IV Cumbre Cooperativa de las Américas en la que brindó un interesante panorama sobre los posibles escenarios económicos y geopolíticos mundiales esperables para los próximos años que en su opinión conducen a una transición hacia una nueva racionalidad económica.
El economista y sociólogo Wim Dierckxsens nació en los Países Bajos pero vive en América Latina desde hace más de 40 años. Su extensa trayectoria, que incluye la publicación de varias libros, lo ha convertido en un referente del pensamiento económico y social reconocido en todo el mundo, especialmente en lo que refiere al análisis y la interpretación de las crisis mundiales que se han sucedido en los últimos tiempos y sus posibles consecuencias. Es Doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Nimega, en su país natal, y cuenta con un postgrado en demografía de la Sorbonne. Ha sido funcionario de Naciones Unidas, investigador del Instituto de Estudios para el Desarrollo de la Universidad de Tilburgo, Director del Postgrado en Economía de la UNAH de Honduras y fundador de la Maestría en Política Económica de la UNA, en Costa Rica. Fue cofundador de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política (SEPLA) y de la Universidad Global para la Sustentabilidad (Global U). Es presidente de la Junta Directiva del DEI en Costa Rica, miembro del Foro Mundial de Alternativas y Coordinador del Observatorio Internacional de la Crisis. Su visión experta sobre el escenario económico y geopolítico esperable para los próximos años, interpretando algunos de los elementos coyunturales observables en la realidad actual pero yendo mucho más allá de ellos, se constituyó en un insumo interesante para los participantes en los distintos debates posteriores que marcaron la agenda de actividades de la IV Cumbre Cooperativa de los Américas.
La exposición de Dierckxsens comenzó con una afirmación contundente: la economía mundial actual, capitalista y neoliberal, atraviesa una crisis que es mucho más profunda que otras crisis coyunturales e incluso estructurales que ha enfrentado en el pasado. La actual podría caracterizarse como una crisis sistémica terminal que, necesariamente, llevará a una transición hacia otra economía. Frente a esa realidad, Dierckxsens planteó varias interrogantes a las que intentó dar respuesta en el resto de su presentación: ¿qué viene después de esta crisis?, ¿algo peor, algo mejor? Cómo lo explicó más adelante, esta crisis se origina, en buena medida, en una lógica sustentada en un consumismo desenfrenado y creciente que determina todos los aspectos de nuestras vidas. ¿Hasta dónde puede llegar ese consumismo?, ¿tiene un límite? Y si es así, ¿es posible invertir esa lógica?
Señaló, a continuación, que en las últimas décadas han surgido nuevos paradigmas como el desarrollo sostenible, la lucha contra el cambio climático y a favor de la ecología, pero agregó que, a la larga, “esos términos siempre se terminan cooptando” y se vuelve a caer en la misma fórmula de siempre: la búsqueda de un crecimiento económico que deje ganancias, un modelo que, según su opinión, tiene límites que se están viendo muy claramente en estos días. “Hoy, el mundo no está creciendo. Por el contrario, estamos en una depresión, que es una recesión prolongada y generalizada”, destacó, a lo que agregó que “solo habrá desarrollo sostenible cuando las cosas tengan más vida útil y cuando las necesidades sean definidas desde el sujeto y sobre todo desde el sujeto colectivo y no desde el consumidor individual”, una tarea en la que señaló que el cooperativismo tiene mucho para aportar porque, por su propia esencia, atiende mucho más al sujeto colectivo que al sujeto individual, lo que “muestra una veta que deberíamos explorar”.
Según Dierckxsens, la explicación de lo que está ocurriendo puede encontrarse en que la lógica del mantenimiento y la maximización de las ganancias del capital depende, en buena medida, de que los bienes y tengan una vida útil acotada. Durante su charla puso varios ejemplos sobre el funcionamiento de este tipo de lógica, como el de las impresoras digitales en las que resulta más barato para sus usuarios comprar un equipo nuevo que venga con cartuchos nuevos que comprar repuestos para los cartuchos del equipo original, o el de la producción de automóviles en una cantidad muy superior a la que pueden soportar las infraestructuras de las ciudades actuales. Señaló que estas prácticas tienen límites ecológicos (como la escasez de los recursos naturales y las consecuencias del aumento de la contaminación, por ejemplo), que han sido muy divulgados y debatidos. Sin embargo, indicó que “hay otros hechos que han sido menos divulgados, cómo que el capitalismo puede llegar a terminar asfixiándose a sí mismo como consecuencia de la aplicación de su propia lógica”.
“Cuando se acorta la vida media de un producto es necesario transferirle cada vez más tecnología. Se reducen los costos laborales de producción, con la mecanización y la robotización, pero el costo de transferencia tecnológica aumenta en progresión geométrica, lo que genera que la tasa de ganancia termine cayendo”, explicó. Apoyándose en varios gráficos y datos estadísticos, Dierckxsens argumentó que esta es una realidad que comenzó a manifestarse en los años 50 del siglo pasado y que continúa hasta el día de hoy, en lo que aparenta ser una tendencia irreversible. Sin embargo, el capital no quiere reconocer esta realidad, sosteniendo que la tasa de ganancia no se reduce por el aumento del costo de la transferencia tecnológica y de la inversión necesaria en materia de investigación y desarrollo, sino que interpreta el fenómeno con la tesis neoliberal tradicional que ubica el origen del problema en el elevado costo de la fuerza de trabajo. Como consecuencia de esta interpretación, el capital tiende a irse de los países centrales hacia los países periféricos en la búsqueda de mayores tasas de ganancia. Para muchos, la esperanza y el nuevo refugio frente este tipo de problemas hoy están en China, a quien califican como el “nuevo dorado” de la economía mundial. Sin embargo, Dierckxsens argumentó con distintos datos estadísticos objetivos que el camino seguido por China es muy similar al que siguió Japón, algunas décadas atrás, lo que lleva a que muchos especialistas se pregunten hoy, ¿cuándo China se va a ver afectada por lo que se ha definido como la “enfermedad japonesa”? China ya muestra varios indicadores de detención en el ritmo de su crecimiento económico, por lo que parece estar encontrando su tope. La inversión en capital fijo también tiende a decrecer. Su consumo interno no crece y, al caer también sus exportaciones, el problema se hace cada vez más grave. Al mismo tiempo está incrementando su endeudamiento. “El sueño chino también parece haber llegado a su límite”, dijo Dierckxsens.
La búsqueda de mano de obra barata como camino para enfrentar la reducción de las tasas de ganancia ha llevado a que el capital aplique diferentes estrategias. Algunos países han optado por la creación de “estados-región” a través de tratados de libre comercio que incluyan a países donde puedan encontrarse condiciones de trabajo más “flexibles”. Esta fue la vía seguida por Estados Unidos hasta la administración Obama, a través del Nafta y la promoción de nuevos TLC como el transpacífico, que ahora parece que comienza a naufragar. Los países europeos encontraron una variante de esta fórmula: la creación de la Unión Europea. “Lo que Alemania no logró en las dos guerras mundiales lo logró sin una sola bala con un tratado para crear un único estado regional”, dijo Dierckxsens. China parece estar optando por un camino similar: “ha apostado al mercado euro-asiático con la apertura a lo que se ha dado en llamar la “nueva ruta de la seda”, por ejemplo construyendo trenes de alta velocidad que lleguen hasta las ciudades más lejanas Europa occidental, megapuertos, gasoductos, para facilitar una estrategia de integración a la que esperan que se pliegue la Unión Europea”, señaló. Ante el debilitamiento de la OTAN que parece vislumbrarse a partir de la administración Trump, algunos países europeos, como Alemania, Francia, el Reino Unido, parecen comenzar a ver con simpatía este proyecto de integración euroasiática, a lo que se suma el apoyo de Rusia y su área de influencia, e incluso Israel. Dierckxsens, califica a esta alternativa como la apuesta a un mundo “multipolar”, en el que sigan “coexistiendo una canasta de monedas fuertes (y no una sola) y diferentes centros de poder”. En esta alternativa, “siguen existiendo los países y las naciones, pero ya no son más un estado en el sentido de tomar sus propias decisiones”, dijo Dierckxsens, lo que ejemplificó con el caso de México y el de “muchos países europeos cuyos estados están cada vez más supeditados a lo que dicta Bruselas”.
Una segunda alternativa seguida en otros países es el fortalecimiento de los “estados-nación” siguiendo “las tesis nacionalistas que llevaron, por ejemplo, al triunfo de Trump” y que probablemente también lleven al gobierno a opciones similares en los próximos meses en países como Holanda, Austria y Francia, donde otros líderes similares apuestan al nacionalismo a partir de la idea de que “ya no se quiere más globalización”. Japón también ha quedado en este grupo porque no ha tenido la capacidad de conformar un “estado-región” en su entorno.
Dierckxsens destacó que “hay una tercera opción, que es la creación de un estado-global, mediante centros financieros en diferentes países (fundamentalmente Wall Street y la city londinse) que terminan casi independizándose de sus países de origen. Los “globalistas” buscan un estado por encima de Estados Unidos e incluso tienen un brazo armado por encima del de los Estados Unidos: la OTAN. Su idea es la de crear un estado global” con mega-TLC como el transatlántico y el transpacífico.
Frente a la pregunta sobre lo que ocurrirá en el futuro frente a este escenario, Dierckxsens argumentó que existen dos opciones: “o vamos hacia una explotación bárbara, con una explotación de la fuerza de trabajo y acaparamiento de recursos hasta más no poder, con contratos laborales cada vez más inestables, salarios cada vez más bajos (la opción de los globalistas), o se apuesta a ese modelo multipolar que tiene más chance, pero que en poco tiempo va a volver a demostrar que no produce nuevo crecimiento”, dijo. Según el experto, ninguna de estas dos fuerzas en pugna va a lograr prevalecer de manera sostenible por mucho tiempo. Allí es donde se visualiza la oportunidad de generar una “nueva economía”, una nueva alternativa diferente a las anteriores, que se defina en función del sujeto colectivo.
Según Dierckxsens, “se está vislumbrando una transición histórica, aunque todavía llevará un tiempo en concretarse: el camino hacia una economía en que los productos tengan mayor vida útil y con crecimiento negativo, aunque no en todos los lugares y sectores, sino en aquellos donde más ha penetrado el consumismo”. De acuerdo al experto, lejos de lo que puede pensarse, este crecimiento negativo puede generar más bienestar. Los problemas que enfrenta el mundo no van a poder solucionarse “hasta que no se invierta la lógica, hasta que no dejemos de pensar en términos de los sujetos individuales y empecemos a hacerlo en términos del sujeto colectivo”, afirmó. Dierckxsens cerró su participación sosteniendo que “cuánto más vida tengan los productos y cuánto más colectivo sea el sujeto en función del cual se definen las necesidades, mucho menos tendremos que producir para tener un mayor bienestar y para poder satisfacer las necesidades de todos y devolver la vida a la madre naturaleza”.